Feliz daño nuevo.

La verdad, el 2013 fue horrible. Ojalá nunca hubiera existido.
Pero no puedo cambiarlo ¿No? Existió, arrasó con mucho de lo que era importante para mí, me jodió, jodió a personas que me importan, y me obligó a crecer de un modo muy poco amable pero quizá, de un modo retorcido, necesario. Hoy más que nunca puedo decir que ya no soy la misma que hace algunos meses, aunque tampoco estoy segura de quién soy ahora.

Sólo el tiempo dirá qué cambió y cómo cambio, pero al menos me consuela saber que hay muy pocas posibilidades de que el 2014 sea peor que su antecesor, y eso sólo puede ser bueno. De momento me alegra que el 2013 se haya acabado, que (aunque sean menos de las que creí) todavía tengo gente que me quiere y me apoya y que al menos parece que puedo con esto, y si puedo con esto puedo con cualquier cosa.