Cuando llegaba a escuchar que a cierta edad uno “sale a la vida”, no creí que lo decían porque literalmente se siente que te dieron una pata y, querida, conoce la vida real. Pero sí, así me siento y es que me han pasado tantas cosas estos meses que creo que crecí más en los últimos meses que en buena parte de mi adolescencia.
Empezando con que ya tengo licencia de conducir. Yay. El post anterior es de cuando empecé a tomar las clases de manejo, y es que argh, le tenía cierto grado de aversión. Pero en fin, a decir verdad todavía me cuesta un poco de trabajo maniobrar pero supongo que es normal y que con la práctica ya iré mejorando.
Aunque me costó un incidente de tránsito (aunque por suerte, iba mi madre al volante y no fue culpa nuestra) y las consecuentes horas de secuestro legal. En fin.
Mañana por otro lado, tengo mi primer día de trabajo. Ya ven, no tenía ganas de pasar mi opción técnica, creo que subconscientemente porque quería demostrarles a mis amigas que no soy perfecta, que las cosas también se me complican y que mi mayor problema no es haber sacado siete… pero vale, mi madre literalmente me obligó y aquí estoy, la noche antes de empezar el servicio en las oficinas del Senado de la República allá en Madrid #62 (no, no me secuestren por favor).
Ya tuve hoy mi primer entrevista de trabajo y me fue bien, el lugar me agrada y parece todo lo divertido que puede ser un primer empleo. Todavía no sé si me van a pagar algo, pero si no lo hacen pues ya ni modos, lo importante es la experiencia. Estoy emocionada.
Estaré por allí seis meses aunque mi servicio sólo me exigía seis semanas pero como ya dije que creo que será divertido, si no estoy equivocada hasta se me hará poquito.
Me agrada la idea, es como si aquí empezara el resto de mi vida y ¿saben qué?
Decidí que va a ser grandiosa.
So, beware.
Ya andaré contando que tal me va, porque eso de llegar temprano… Ya me conocen.
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