Hace mucho que no escribo y me parece gracioso que venga a hacerlo ahora que tuve una semana muy rara, pero era necesario les digo.
El jueves fue un día muy raro. Llegué a clase de alemán relativamente tarde considerando que había salido temprano de mi casa, y resulta que fue por el desmadre que hubo en CU ese día, pero no le dí mayor importancia porque era muy temprano, así que a la una que tuve que tomar el camión que me deja en el metrobús para poder llegar al trabajo, no había tal. Cosa que se me avisó cuando ya era alarmantemente tarde. En fin, ahora que estuvo el papa ya me había topado con dificultades para llegar al trabajo así que decidí irme en metro hasta Miguel Ángel de Quevedo y caminar, como en esos días, sin embargo, recordé que la jefa me había mencionado que era mucho más fácil llegar por metro Viveros.
Lo consideré en el camino ahí porque no quería perderme, y de hecho juro que estuve a punto de bajarme en Miguel Ángel, pero al final dije bueno, probemos, y me decidí a seguir hasta Viveros. A menos de una cuadra de la estación me fui encontrando de frente a Alejo.
¿Qué tiene de malo, dirán, luego de lo que dije la vez pasada? Bueno, el problema es que decidí que Alejo era un capítulo en mi vida que quizá debería permanecer cerrado y al final lo dejamos por la paz antes de que pasara nada. Vale, ya sé que básicamente fue lanzarle al darma su regalo a la cara pero al final no me pareció tan buena idea como al principio, sobre todo ahora que por fin volví a ser yo.
En fin, el punto es que después de eso, de no sé cuántos años viviendo en la misma ciudad sin toparnos ni de chiste, llegar a encontrarlo donde no debía estar, así, de frente y con el tiempo suficiente de sonreír, saludarnos e intercambiar un par de palabras... En serio que las posibilidades eran un millón a una, y era como si el universo nos estuviera juntando, cual comedia romántica. (Sobre todo lo de comedia, hubieran visto nuestro balbuceo antes de poder decir hola, o su intento fallido de presentarme con el tipo que venía con él, LOL)
Era lo que había querido por mucho tiempo pero luego de lo que pasó en diciembre no sabía cómo sentirme al respecto, digamos que era medio bueno medio malo y que el universo estaba jodiendo conmigo. Pero no fue todo. El viernes me prestaron el auto, tomé viaducto en hora pico sin problemas, casi llegué a casa de mi tía Sara y entonces, a dos pinches cuadras me equivoco de calle, agarro una en sentido contrario, me espanto como pendeja y por quitarme del camino me embarro en un auto del año.
Encima me espanté más y me fui.
En realidad no pasó a mayores, ni me lastimé, ni pasó de la pintura, ni me llevaron al MP por huirme, y si consideran que chingué un auto del año con pintura metálica, creo que $4000 me salió barato, para ser mi primer accidente de tránsito con mini persecución policíaca incluida. Pero oh, universo, deja de joder conmigo porfis. Demasiadas emociones fuertes para un mes, y en días continuos peor.
Obviamente me sentí mal por lo del auto y el fin de semana dormí 18 horas seguidas. También porque hablé con Alejo, y me seguí sintiendo jodida por que ese hombre es mi equivalente emocional de la Gran Depresión. Pero supongo que todos tenemos una historia así, y bueno, mi vida no es vida si no parece novela ¿A que sí?
Después les vendré a contar de mis muy bonitas vacaciones espontáneas del mes pasado, y de lo maravilloso que va el servicio (del que ya cubrí mes y medio :|) entre otras cosillas que quizá deberían ir sabiendo.
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