Un deseo.

Que dejaras de tener ese enigmático dominio sobre mi.

No, no lo digo por Aj, aunque en parte tiene que ver, si no por todo el mundo, y más que nada por mí. No me agrada ni un ápice el tiempo relativamente corto que me lleva enamorarme de alguien, mucho menos si lo contrastamos con el tiempo relativamente largo que me cuesta sobreponerme.

Porque, joder, ¿A quien engaño? Gabriel va a estar ahí siempre, al menos como un recuerdo, si bien ya no como una espinita ahuyenta-novios. Alejo también tiene lo suyo, aún aunque me haya encabronado con él y a él le haya venido valiendo un rábano bien rojo. Sobre todo él, porque hasta éste año no me hizo nada malo… Santi tiene lo suyo, aunque en menos medida como el amor de aquellos.

Y es que hay que ser yo para que te lleve 2 días o 10 horas de la charla de un chico, de su frío encanto o de su ingenioso humor (y sexy trasero) enamorarte de él.

Pero en fin, así soy yo, el día en que los chicos dejen de tener ese poder sobre mi estado anímico creeré que estoy muerta. O Peor.

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